Los niños lloran, por cualquier nimiedad, como si estuvieran padeciendo un suplicio. Porque les has arrebatado un juguetito que estaba en el suelo a su alcance, porque les sabe mal la papilla de verduras...El llanto apenas dura unos segundos, un ínfimo minuto, pero a mí siempre me ha perturbado. Tengo la sensación de percibir, en las profundidades de mí mismo, el llanto de todos nosotros, los quejidos atávicos y aterrorizados de los hombres de las cavernas. Como si el quejido profundo del bebé de los vecinos, amortiguado y lejano, que me despierta en la noche, fuera el ruido de fondo de la humanidad.
Los niños no lloran por cualquier nimiedad, sino por aquellas pocas cosas que son importantes para ellos, sus únicas pertenencias: los juguetes. Además, el llanto es su medio de comunicación, su forma de expresarse. ¿O acaso,hemos visto llorar a un bebé o sufrir una rabieta infantil provocada por la situación económica actual?
ResponderEliminarSí, claro, para ellos esos motivos fútiles son importantes, pero en mi texto es secundario el hecho de por qué lloran los niños. Yo explico la sensación perturbadora que me provoca oír llorar a un niño. Evidentemente es una sensación personal, y yo la he "literaturizado", pero justamente este es un blog personal y literario, no un blog de pediatría.
ResponderEliminarPrecioso el texto que has escrito, breve e intenso como deben ser todos los que rozan suavemente la poesía para conducirnos a las zonas más profundas de nosotros mismos, a las que solo tenemos acceso gracias a ella.
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